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sábado, octubre 01, 2005

Ropa recargabarterias y calzado

 

  -ROPA QUE RECARGA BATERIAS ELECTRICAS: Vestirse con recargadores
eléctricos alimentados por energía solar parece ciencia-ficción,
pero un grupo de ingenieros ya está trabajando en los primeros
prototipos.
 
 
  La incertidumbre de si el teléfono móvil se ha recargado o no lo
suficiente, nos acompaña a menudo cuando no tenemos cerca un enchufe.
Joe Hynek y sus colaboradores de la Universidad Estatal de Iowa están
trabajando para hacer dispositivos de recarga por luz solar que podamos
llevar puestos como una prenda de vestir, y que además de útiles
también resulten bonitos.
 
  Una de estas prendas, que Joe Hynek ya ha probado en más de una
ocasión, es un sombrero. La visera de nylon a su alrededor resguarda
la cara y el cuello del sol y de la lluvia, mientras el casco de malla
mantiene seguro al sombrero. Pero también alberga un componente extra
que no es posible encontrar, al menos por ahora, en una tienda de
material para acampadas.
 
  Hynek, un estudiante de doctorado en ingeniería mecánica de la
Universidad Estatal de Iowa, ha adherido delgadas hojas de células
solares en la parte superior del sombrero. Estas láminas son obra de
la compañía Iowa Thin Film Technologies. Hynek está trabajando para
lograr de las células solares una tecnología incorporable a la
vestimenta, capaz de mantener cargado y listo para usar su teléfono
celular o su ordenador de bolsillo. Ayudado por sus colegas, está
inaugurando un nicho industrial asombroso, entre la ingeniería
eléctrica y la manufactura textil.
 
  Una vez que los investigadores tengan perfeccionada la tecnología,
predicen un interés significativo por parte de los diseñadores de
ropa y de la industria textil en general.
 
  Hynek ya tiene un diseño galardonado para un producto potencial: "La
bolsa de energía", cubierta con células solares, que realmente
recarga las baterías.
 
  "El gran problema de incorporar la tecnología al vestido es que lo
hace parecer raro", admite Hynek. "Mi meta es utilizar las células
solares de modo que resulten discretas a la vez que útiles".
 
  Por ahora, se concentra en bolsas, sombreros, chaquetas y otros
accesorios similares. Esa tecnología entraña menos dificultades de
mantenimiento porque no tiene que pasar por la lavadora regularmente.
Pero también está trabajando en una tecnología que soporte lavados.
 
  El objetivo será facilitar un poco más la vida a las personas que no
pueden salir de casa sin llevar su electrónica. "Mi principal meta es
dar comodidad a las personas", declara Hynek, "para que siempre estén
"recargadas" y en movimiento".
 
 
 
  -LA ANTIGUEDAD DEL CALZADO: Los hallazgos de una investigación
demuestran que el calzado como protección mecánica, es decir, para
hacer frente a las irregularidades del terreno y así no lastimarnos,
empezó a utilizarse hace casi 30.000 años, bastante después de que
comenzase a ser usado como protección contra el frío.
 
 
  El moderno calzado deportivo de alta tecnología, tan ligero y
eficiente en su función, poco se parece a las lonjas de cuero que
nuestros antepasados utilizaron como apoyo mecánico en sus
desplazamientos. Pero, créalo o no, los zapatos que hoy usamos son los
descendientes directos del primer calzado que, según sugiere una nueva
investigación, entró en uso en Eurasia occidental entre 26.000 y
30.000 años atrás.
 
  Erik Trinkaus, Profesor de Antropología Física, dedujo esas fechas
por el análisis de evidencias anatómicas obtenidas de restos de los
primeros humanos modernos, que sugieren una reducción en la fortaleza
física de los dedos más pequeños del pie de esos humanos del
Paleolítico Superior, mientras que hubo poco cambio en la fortaleza de
la pierna.
 
  Trinkaus defiende que esos primeros humanos que vivieron sometidos a
los climas reinantes en latitudes muy al Norte, empezaron a utilizar un
aislante térmico en sus pies hace alrededor de 500.000 años. Aunque
las evidencias arqueológicas indican que el calzado como protección
fue utilizado por lo menos desde la mitad del Paleolítico Superior en
diferentes regiones de Europa, su frecuencia de uso y la protección
mecánica real proporcionada por ese calzado, resultaban inciertas.
 
  El uso de calzado protector ha sido difícil de documentar porque, en
la mayoría de los casos, no resiste el paso del tiempo. En ausencia de
esa evidencia física de calzado, Trinkaus analizó los huesos de los
pies de los humanos eurasiáticos occidentales del Paleolítico Medio y
Superior, encontrando que su anatomía comenzó a cambiar hace unos
26.000 años. En concreto, ha descubierto que los huesos de los dedos
pequeños de los pies de los humanos de entonces eran de constitución
más débil que los de sus antepasados, mientras que los huesos de sus
piernas seguían siendo prácticamente igual de grandes y fuertes. La
causa más lógica, según ha deducido Trinkaus, debió ser la
introducción del calzado.
 
  Mientras se anda descalzo, los dedos más pequeños del pie se
flexionan para la tracción, manteniendo fuertes los huesos. El calzado
de apoyo disminuye la flexión de tales dedos, debilitándolos.

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