-REVELADO UN SECRETO SOBRE COMO ALGUNOS INSECTOS CAMINAN SOBRE EL
AGUA: Un equipo de matemáticos ha descubierto cómo ciertos insectos
pueden subir lo que son para ellos cuestas empinadas y resbaladizas en
la superficie del agua, sin mover sus miembros y además a gran
velocidad.
En el mundo de las criaturas diminutas que viven en la superficie de
estanques, lagos y otros cuerpos de agua, no funcionan igual ciertas
"reglas" aplicables al escenario en que nos movemos los seres de
tamaño mayor.
Durante los últimos cuatro años, David Hu, un estudiante graduado en
el Departamento de Matemáticas del MIT (Instituto de Tecnología de
Massachusetts), y John Bush, un profesor del mismo centro, han
estudiado las estrategias que estos insectos usan para navegar en su
entorno. Para hacer esto, grabaron videos de alta velocidad de las
criaturas, usando una cámara proporcionada por el Centro Edgerton del
MIT. Después, digitalizaron y analizaron las imágenes.
En el 2003, dieron a conocer junto a Brian Chan (Departamento de
Ingeniería Mecánica) cómo algunas de estas criaturas caminan en el
agua. Ahora, Bush y Hu describen cómo tres especies de insectos pueden
subir las cuestas resbaladizas que se levantan cuando el agua se
encuentra con la tierra, cuerpos flotantes o vegetación emergente.
Esas cuestas resbaladizas están alrededor de nosotros; observe la
suave curva hacia arriba donde el agua de un vaso se encuentra con las
paredes de éste. No nos damos cuenta de estas cuestas porque son muy
pequeñas, de sólo unos milímetros de altura. Pero para una criatura
mucho más pequeña que ellas, las cuestas son como montículos o
incluso colinas, y además resbaladizas.
En estas condiciones, los modos normales de propulsión de los
insectos no sirven. ¿La solución? Las criaturas adoptan posturas
especiales que crean fuerzas que los arrastran hacia arriba a
velocidades de casi 30 longitudes de su cuerpo por segundo (en
comparación, un corredor olímpico se mueve a unas cinco longitudes de
su cuerpo por segundo).
Por ejemplo, Hu y Bush encontraron que dos especies de insectos
acuáticos tienen garras retráctiles en las patas traseras y
delanteras que les permiten "agarrar" la superficie del agua y
arrastrarse a una minúscula cresta. El insecto simultáneamente oprime
el agua con su par central de patas, formando hoyuelos que soportan el
peso de la criatura.
Dado que los insectos son tan pequeños, estas perturbaciones crean
fuerzas de succión que los arrastran cuesta arriba, de modo similar a
cómo las burbujas de champán suben hasta el borde de una copa.
En realidad, el insecto está "generando cuestas diminutas" con sus
patas traseras y delanteras. Dado que las pendientes son atraídas a
otras pendientes, el efecto acumulativo es arrastrar el insecto hacia
arriba y por encima de la cuesta en el borde del agua.
-LOS SANTUARIOS RELIGIOSOS DEL NORTE DE AFRICA HAN AYUDADO A PRESERVAR
BOSQUES MILENARIOS: Científicos españoles y marroquíes han llevado a
cabo una investigación pionera de los khaloas, recintos sagrados
ancestrales donde se unen naturaleza y cultura. En estas islas del
paisaje se han desarrollado durante siglos bosquetes donde se conservan
especies características de la flora y la fauna mediterráneas, ajenas
a la intervención del ser humano.
Vista desde el aire, la franja del norte de África parece una gran
alfombra ocre salpicada de manchas verdes. Se trata de pequeños
santuarios, conocidos también como khaloas, marabuts o morabitos, en
los que devotos realizan actualmente sus ritos durante el año. Pero,
más allá de su función religiosa, estos enclaves constituyen
auténticos oasis de vegetación. En sus bosquetes, que han sido
respetados durante siglos y en ocasiones milenios, subsisten fauna y
flora bien conservadas, según revela un estudio publicado en el
último número de la revista Ecosistemas.
El ecólogo español Eduardo Seva y el historiador José Luis Román,
de la Universidad de Alicante, en colaboración con biólogos de la
Universidad Aldelmalek Essaâdi (Tetuán, Marruecos), han establecido
que todos los santuarios están ubicados en un alto del terreno.
También tienen en común la presencia de árboles centenarios o
milenarios, entre los que se incluye habitualmente un árbol sagrado.
Por otro lado, los khaloas se vinculan siempre a un curso de agua, ya
sea un riachuelo, fuente, manantial o pozo, al que se atribuyen poderes
curativos. Las principales diferencias surgen en la estructura de la
vegetación, que varía en función al clima de la zona en que se
sitúa el santuario.
La región más rica es, sin lugar a dudas, el macizo del Rif. A lo
largo de tres campañas de muestreo en Marruecos, Seva y su equipo han
estudiado un grupo de 24 khaloas de la región Jbala, en el Rif
occidental. Su trabajo incluía la identificación tanto de aspectos
culturales (número de visitantes, períodos de máxima afluencia...)
como naturales (altura y edad de árboles de especies dominantes,
cobertura de diferentes estratos, inventario de flora...).
Comparando los datos de diferentes enclaves, los investigadores han
llegado a la conclusión de que las dimensiones del bosquete guardan
relación directa con la "importancia" del santón local o regional
enterrado en el recinto, es decir, "si históricamente representó en
el pasado un cambio de organización, logros territoriales, de
organización de los colectivos humanos, de explotación óptima de
recursos, alguna victoria sobre tropas enemigas, etc.", explica el
profesor Seva. Por lo general son recintos de alrededor de entre 5.000
y 7.000 m2 de superficie sin protección, aunque pueden alcanzar las 10
hectáreas.
A pesar de no contar con una barrera física que los rodee, los
lugareños muestran un profundo respeto por estos santuarios y, durante
siglos, han impedido cualquier tipo de actividad sobre ellos que no sea
la oración. "Ni una sola rama de leña ha salido de ellos desde el
enterramiento del santón", detalla Seva. Esto ha permitido que, en
condiciones climáticas favorables como las que se dan en el Rif, se
desarrolle un bosque perfecto de ecosistema mediterráneo, con un dosel
arbóreo que fácilmente alcanza los 15 metros de altura, creando una
espesura cercana a la oscuridad en pleno día. "El 100% de las
especies propias de este ecosistema muestran una talla desmesurada, a
diferencia de los bosques peninsulares, lo que revela las altas dosis
de perturbación humana que han recibido nuestros ecosistemas
mediterráneos", lamenta el investigador.
Por si fuera poco, estos ambientes concentran numerosas especies
animales, desaparecidas en el resto del territorio, que sólo aquí
encuentran condiciones de vida adecuadas. Por eso, los investigadores
han solicitado una nueva ayuda a la Agencia Española de Cooperación
Internacional (AECI), que ha financiado la primera parte del proyecto,
para llevar a cabo un estudio detallado de grupos concretos de la fauna
que viven en estos santuarios.
Por otro lado, los investigadores advierten que la realidad de hoy no
puede asegurar la persistencia de estas islas del paisaje. "Debemos
estudiar las claves de estos territorios antes de que desaparezcan por
completo", concluye Eduardo Seva. (AEET)